jueves, 16 de noviembre de 2017

Ésta es una hermosa noche estrellada para morir

Y bien. De vuelta al principio, dónde no sabía que hacer ni decir. Me siento sola, completamente sola y completamente perdida. No tengo a nadie con quien hablar sobre lo que me pasa, estoy muy muy sola. Bueno, si tengo con quién hablar, pero no le puedo decir todo ésto que me sucede, que me mata y ahoga por dentro. 

Lo más triste de todo ésto es que yo estoy llena de amigas y amigos; me sobran, pero... ¿de qué sirve? si ninguno termina siendo fiel y leal; no les puedo contar mis problemas ni por mucho que pudiera o quisiera. Me cuesta tanto confiar que me convertí en mi mejor amiga, he tenido al rededor de cinco diarios desde los once años en los que solo cuento el como me siento o el como me hacen sentir los demás. 



No quiero un novio, solo quiero a alguien quien me escuche y me comprenda, alguien con quien pueda llorar noches seguidas y al mismo tiempo reír por cualquier estupidez. ¿Lo mejor? tenía a ese tipo de amiga, pero por mi reverenda inteligencia -estupidez- la perdí. Si bien la recuperé ya nada es lo mismo, hablamos pero casi nunca, de todas maneras me siento mal... me siento muy mal, quiero volver a cortarme sabiendo que eso no arregla nada, solo quiero ver nuevamente como la sangre brota
de mi piel y al echar alcohol sentir un profundo ardor que me daba vida y me permitía seguir adelante. Quiero dejar de llorar, estoy tan jodidamente cansada de llorar todas las noches sin parar, de dormirme tarde, de que las pastillas no estén haciendo efecto... estoy cansada de mi vida, cansada de mi rutina, quiero que algo pase y que mi rutina ya no sea lo mismo y mis días estén llenos de emoción y felicidad, que un día no sea igual que el otro y así... ¿tanto cuesta? al parecer sí, al parecer la felicidad es inalcanzable para alguien con depresión con tendencia suicida.

Qué lindo es vivir.

Y es que hoy es una noche estrellada tan hermosa, significativa y perfecta -la verdad es que forma parte del montón, como todos- que estoy a punto de bajar nuevamente a la planta de abajo y tomar las pastillas para tragármelas y morir de una vez... ya son cuatro veces que he intentado acabar con mi propia vida, y sinceramente, no puedo prometer que no lo volvería a hacer. 



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